“Ama al Señor
tu Dios con todo tu corazón,
con todo tu ser y con toda tu mente”
Mateo 22:37
Personalmente
he experimentado el amor de Dios en tantas formas, que me hacen agradecerle por
haberme escogido para ser su hija. Ese simple hecho hace que no tenga palabras
para expresarle el amor que le tengo e incluso creo que no existe palabra que
exprese lo que amar a Dios significa para mi.
Es muy cierto
que vivimos en un mundo donde los problemas, tristezas y ratos amargos no se
pueden desvanecer, pero el contar con el apoyo de Dios hace que las cosas se
hagan diminutas al experimentar su gracia y favor. También es cierto, que este mundo esta lleno
de afanes, estatus sociales y diversas cosas que ofrecen llenar tu vida de
felicidad, como el famoso slogan: “Hay cosas que el dinero no puede comprar.
Para todo lo demás, MasterCard”; pero la
realidad es que el amor de Dios es mucho más poderoso que esa tarjetita que promete
felicidad.
El amar a
Dios con todo tu corazón, te hace amarlo a pesar que tu vida no sea perfecta, a
pesar de no obtener muchas veces las cosas que deseas. El amor de Dios te hace
confiar en que sus planes para tu vida son perfectos. Amar a Dios con todo
nuestro corazón, significa limpiar nuestro corazón de las cosas que le
desagradan, como el odio, el rencor, la avaricia, el orgullo, etc., es llenarlo
de amor, bondad, paz, disposición para obedecer a Dios en todo. Porque como
dice su Palabra “del corazón del hombre, sale su verdadera esencia”; y que
mejor que nuestra esencia este basada en transmitir el amor de Dios.
Amar a Dios
con todo tu ser, es amarlo más a él que a nuestra propia vida. Es dejar a un
lado la comodidad, el descanso y la diversión y entregarnos por completo a
cumplir el propósito de Dios a nuestras vidas, es servirle y amarle sobre todas
las cosas y sobre todos aquellos a los que amamos (familia, amigos, pareja). Es
poner todo por debajo de Dios, es amarlo desde el alma y convertir a Dios en
nuestra prioridad numero uno. Es su voluntad antes que la nuestra.
El mundo en el
que vivimos nos llena la mente, nos hace ver que lo importante para ser felices
es contar con riquezas, poder, amor y una vida de rollo. Pero el amar a Dios
con toda tu mente, es que a pesar de lo que diga el mundo, tú permaneces firme.
Es querer saciarte del intelecto divino, que es su Palabra; solo así podrás
conocer la verdadera voluntad de Dios a tu vida. Es poder decir NO al mundo, y
obedecer a lo que Dios demanda.
Amar a Dios
con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente, es poner nuestros
anhelos y deseos más profundos en manos de Dios. Y si bien dice la Biblia,
“Deléitate en el Señor, y él concederá los deseos de tu corazón” Salmos 37:4
NVI
Corazón, alma
y mente, es un TODO. Y experimentar lo que es amar a Dios sobre todas las cosas,
es la sensación más plena que un ser humano puede llegar a sentir, pero más
increíble es ver que el amor de Dios hacia nosotros no tiene fin. Dios cumple
sus propósitos en nuestras vidas cuando menos lo imaginamos, y esos sueños y
anhelos que teníamos, se quedan cortos al ver los planes que él tenía
preparados. él nos sorprende.
Puede que no
todo lo que anhelemos se cumpla, pero estoy confiada que Dios tiene lo mejor
para cada uno de sus hijos. Y amarlo a él es lo me hace más feliz en esta vida,
y no significa que no ame a los que me rodean y las cosas que hago; este amor
es distinto porque llena partes de mi ser que a veces ni yo misma conocía, y
transmite esa alegría eterna, esa que a pesar de cada situación, hace que mi
corazón siempre este contento.
Amar a Dios
me hace feliz...